Tomado de las páginas 9 y 10 del libro “Doce Cartas Contestadas” de Gelson Villegas (1989). Editorial La Voz en el Desierto. ISBN 980-300-818-8
«… no quiero cerrar esta carta sin antes aprovechar de hacerle una preguntica. No vaya a pensar que estoy regando chismes de mi propia asamblea, no, no se trata de eso. Pero, sucedió que en un estudio, un hermano preguntó si nosotros los creyentes podíamos comer morcillas. Y, como Ud. sabe, las morcillas están hechas con sangre y, según entiendo, Hechos 15:29 prohibe a los creyentes comer sangre. Pero, me he desviado un poquito. El asunto es que, cuando hicieron la pregunta, un hermano contestó que esa prohibición era para los judíos y bajo la ley de Moisés y que nosotros no estábamos bajo la ley, sino bajo la gracia, ¿qué dice Ud. en cuanto a esto?»
«Hermano, la única manera en que yo puedo responder a su pregunta es, preguntándonos a la vez, ¿qué dice la Biblia en cuanto a esto?»
Primeramente, si leemos bien Hechos 15, nos daremos cuenta que esta prohibición fue hecha para los creyentes de la iglesia bajo la gracia, y no para los judíos, únicamente, bajo la ley. Esto es una cosa sencilla que no admite discusión. Repito, basta leer bien el capítulo 15 de Los Hechos.
Segundo, en Hechos 15:29, además de prohibir comer sangre hay tres prohibiciones más: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de ahogado y de la fornicación. Las cuatro prohibiciones allí presentadas están situadas al mismo nivel por el Espíritu Santo, ninguna de ellas es mayor o menor que las otras. Decir que una de ellas está anulada es decir que las demás también lo están. Entonces ¿podemos fornicar y comer de lo sacrificado a los ídolos?
Tercero, esta prohibición no fue el capricho de un grupito, sino el acuerdo de hombres santos, fieles y espirituales. Hechos 14:4 dice que estas ordenanzas las «habían acordado los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las guardasen». Y, no entiendas por esto que fue un mero acuerdo humano, pues en Hechos 15:28 dice: «Porque ha parecido bien al Espíritu Santo…»
Cuarto, tales prohibiciones, incluyendo la de no comer sangre, tenían por propósito confirmar en la fe a los creyentes, eran asunto de fe, de doctrina, no de costumbres humanas. Cuando Pablo y Timoteo pasaban por las ciudades, donde habían creyentes, «entregaban las ordenanzas que habían acordado los apóstoles y los ancianos» y, el efecto de esto, «las iglesias eran confirmadas en la fe» (lea Hechos 16:4,5).
En quinto, y último lugar, unos 10 años después que esta ordenanza fuera dada, Pablo escribe a Timoteo, diciéndoles: «… todo lo que Dios creó es bueno y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la Palabra de Dios y por la oración es santificado» (Primera de Timoteo 4:4,5). Podemos preguntarnos, atendiendo a esta porción, ¿está Pablo anulando 10 años más tarde lo que el Espíritu, los apóstoles y los ancianos de la iglesia aprobaron, para el bien del pueblo de Dios? ¿Anula este pasaje la prohibición de comer sangre?
En conformidad al contexto, uno puede responder que el apóstol no está echando por tierra el acuerdo de Hechos 15. La porción que estamos considerando bajo Timoteo, trata de los apóstatas que se levantarían y mandarían abstenerse de alimentos que, legítimamente, Dios ha autorizado para el consumo humano y de los creyentes.
Al decir que son «alimentos que Dios creó para que… participasen de ellos los creyentes…», claramente se sobreentiende que hay cosas que Dios creó, no para nuestro consumo.
Por otra parte, confieso, no faltará quien, basado en «todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse…», argumente de manera tajante: «cuando la Biblia dice que ‘todo’ es ‘todo’, y basta». Una sana enseñanza de la Biblia nos lleva a entender que este adverbio (‘todo’) está limitado por aquellas cosas que Dios exceptúa. Por ello, entendamos, que todo es bueno y que nada es de desecharse de aquellas cosas que Dios nos ha dado para la alimentación. Si aceptamos el argumento de que ‘todo’ es ‘todo’, entonces, las piedras son creadas por Dios. Demos gracias por una de ellas, cuando tengamos hambre, y vamos a comérnosla, porque «todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse…», ¿qué le parece? En Efesios 5:24, Pablo enseña que la mujer casada debe estar sujeta a su marido «en TODO», ¿significa esto que si su marido le pide tirar la Biblia por la ventana y renegar del nombre de su Salvador, ella tiene que obedecerle? Entonces, entendamos que ‘en todo’ se refiere a todo aquello en que legítimamente una esposa creyente debe obedecer a su marido.
No creo, hermano, que deba alargar más mi respuesta sobre el asunto. Pensará Ud., tal vez, que mi carta se ha convertido en un tratado de doctrina, pero pienso que era necesario buscar las bases bíblicas sobre el asunto.
Sin más demora, y en unión de mi esposa, me despido de Ud. y de los suyos con el afecto de los redimidos, suyo en
Cristo:
G. Villegas